Pese a su importancia poco se habla del flujo cervical. Por lo mismo, me pareció necesario agrupar 3 datos que te serán muy útiles, y que ojalá puedas compartir con amigas, porque de seguro no se los enseñaron en sus clases de sexualidad del colegio.
Pero antes de partir, me gustaría saber:
¿Conoces este flujo? ¿Lo has visto o sentido?
¿Sabes la importancia de identificarlo?
¿Sabes en qué se diferencia del flujo vaginal?
Si alguna de esas respuestas fue no, tranquila, que te ayudo…
El flujo cervical es un hidrogel compuesto por agua y otros componentes (sodio, proteínas y enzimas). Dependiendo de la etapa en la que estemos en nuestro ciclo menstrual, este cambia su consistencia, color, textura y aspecto. Puede ser pegajoso, grumoso, pastoso o trasparente, elástico y resbaladizo.
El flujo cervical no es lo mismo que el flujo vaginal.
El flujo cervical se secreta en el CÉRVIX o cuello del útero. El flujo vaginal, en cambio, se produce en la VAGINA. Este puede ser levemente cremoso o blanquecino y podemos encontrarlo en forma de manchas alargadas en nuestra ropa interior o como una capa brillante en el papel higiénico.
El flujo cervical es el tercer elemento necesario para lograr una fecundación. Así como lees, aparte del óvulo y espermatozoide, necesitamos del flujo cervical, que se convierte en una especie de ‘Airbnb’ para los espermatozoides mientras esperan el momento de la ovulación para poder fecundar.
¿Vas comprendiendo su importancia?
Observar y registrar tu flujo cervical es esencial para identificar tus días fértiles y entender tu salud hormonal.